En una fría noche de invierno, en la penumbra de la casa de Edward Hopkins se escuchó un ruido ensordecedor y estrepitoso; Edward se sobresaltó tanto que se cayó de la cama. Con su candil y en pijama bajó asustado y cuando llegó al punto donde se había oído aquel estrepitoso ruido, Hopkins se quedó arrodillado ante aquella criatura. Tenía la piel roja, patas de carnero, cuernos de cabra y una perilla muy fina que le recorría toda la barbilla. Hopkins con voz temblorosa le dijo: -¿qué quieres? Aquella criatura le respondió con voz muy grave: - tu alma.
FRANCISCO JOSÉ RODRÍGUEZ. 2º A
FRANCISCO JOSÉ RODRÍGUEZ. 2º A
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